Mi discusión se centra sobre un libro inspirador de Seth Godin, el autor que mejor esta interpretando los revolucionarios cambios ofrecidos por los nuevos medios de producción (un ordenador portátil y una conexión a Internet). El mundo nos acaba de dar poder sobre los medios de producción, no dominarlos es un pecado. Hoy un profesor de ciencias políticas decía en la tele que detrás del 15-M no hay un plan definido y que por ello, como todos los movimientos sin un programa claro, fracasará. Y si la idea revolucionaria de los indignados esta vez fuera: ¿vivir sin un mapa? «¿Tirar el cuaderno de las normas por la ventana y marcar la diferencia?»
Abandonar la obediencia mediocre es el nuevo reto y Seth Godin nos recuerda que: «Nos han enseñado a ser piezas reemplazables de una maquinaria gigante. Nos han enseñado a consumir como atajo hacia la felicidad […] Nos han enseñado a adaptarnos. Nada de esto nos ayuda a obtener lo que merecemos. Nos han vendido un modelo que nos enseñaba a abrazar el sistema, a gastar para obtener placer y a distanciarnos del trabajo. Nos han enseñado que eso funciona pero no funciona. Ya no. Y esta desconexión nos impide triunfar, paraliza el crecimiento de nuestra sociedad y nos convierte en seres muy estresados. Parece natural vivir de la manera en que muchos de nosotros vivimos, pero, de hecho, es bastante reciente y totalmente pensado por el hombre. Existimos dentro de un marco de producción corporativa, un marco tan total que cualquiera que esté fuera del mismo aparece como una rareza. Pero hace unos años, cada vez esta más claro que las personas que rechazan lo peor del sistema actual tienen, de hecho, más posibilidades de triunfar. […] Nos han enseñado a creer que la obediencia mediocre es un hecho genético incorporado a la mayoría de la población, pero resulta interesante advertir que este rasgo no aparece hasta después de varios años de escolarización.»
¿Por donde empezar? Por la escuela. Debemos reformar las escuelas para liberar a los profesores extraordinarios de los exámenes y de la burocracia que les encadenan. Lo que hemos aprendido hasta ahora ha sido adaptarnos, obedecer y seguir un guion basado sobre el miedo: «Miedo de suspender. Miedo de no encontrar trabajo al salir de la universidad. Miedo de adaptarnos.» Esta comprobado que el miedo es un arma muy potente para enseñar datos y sumisión. Nos han enseñado a agachar la cabeza, a ser predecibles en una escuela llena de normas y de exámenes. Si eres muy bueno en el colegio, eres obediente, consigues memorizar cifras y pasas al curso superior obtendrás un trabajo, si no te adaptas, te echan del sistema. Necesitamos maestros innovadores, bienintencionados, a los que el sistema deje enseñar a:
- conectar alumnos con ideas
- resolver problemas interesantes
- liderar y ser imprescindibles
Los profesores malos que enseñan a sacar buenas notas y forman trabajadores obedientes son peligrosos. «Los niños son capaces de cualquier cosa. […]Muy pocos de nosotros nacemos con la intención de ser como la media, o seres típicos. Pero entonces, en algún punto de nuestra trayectoria, el adoctrinamiento aparece con fuerza y empezamos a buscar un lugar en el que ocultarnos. Intentamos buscar un lugar donde nadie llegue a descubrir lo realmente mediocres que somos. Queremos un trabajo estable, algo que atenúe los sobresaltos, una sinecura que nos proteja.» La escuela debe cambiar y lo grandes profesores deben ser liberados de la burocracia del sistema que les obliga a machacar el método de la obediencia, para que puedan formar personas que no se queden paradas esperando instrucciones.
¡Gracias por lo que estáis haciendo en Sol!
El kilometro cero en estos días es un sitio especial en el que estar, aunque no haya explicaciones, ni música, ni memorias que puedan describir la extraordinaria magia de estar allí y estar vivos… En ese momento particular y en esa parte determinada del mundo. Hay una fantástica sensación universal de que, sea lo que sea lo que esta pasando, estamos ganando. No en el sentido militar – no necesitamos ese tipo de victoria – sino en el sentido de una energía que simplemente prevalece. Estamos cabalgando la cresta de una esplendida y gigante ola y tenemos que seguir.
¡Gracias a todos!